Flores de colorín: un guiso prehispánico de amor y esperanza
Cada que me topo con el árbol conocido como tabachín o colorín, me da una profunda tristeza ver sus flores en el suelo, ¡no las sabemos aprovechar! Sólo nos quejamos de que el árbol tira mucha flor y nos ensucia nuestra calle.
Entonces recuerdo el relato de María Consuelo, cocinera tradicional otomí de Comonfort, Guanajuato, quien me dijo que, al aprovechar cada ingrediente que nos dona la naturaleza, se llena de amor, complicidad y esperanza cada plato que se cocina.
La flor de colorín es para ellos, en su uso, como una carne deshebrada; aparte de ser rica en fibra, hacen variados guisos con ella. Al comerla, sorprende su textura y su sabor tan exquisito.
Qué sabios eran nuestros antepasados, no sólo por sus tradiciones, sino por su gastronomía, que era y sigue siendo natural, ese es el motivo por el cual tengan tanto respeto a la tierra, que les ofrece su alimento de cada día.