Las escobetas, utensilios de limpieza naturales

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Las escobetas de fibra natural, esos enseres que aún podemos encontrar en las cocinas de muchos hogares, han sido un aliado tradicional para la limpieza de ollas, molcajetes, comales, metates y varios objetos de la cocina tradicional mexicana. Es inconfundible el sonido de sus cerdas al cepillar las superficies durante el lavado.

Ahora se hacen de plástico, pero siempre se han elaborado con zacatón, la raíz de una planta que se encuentra en las laderas de los ríos, un material muy fuerte y resistente.

Luego de arrancar esas raíces, los recolectores las golpean para sacudirles la tierra, las lavan hasta conseguir una fibra limpia de un hermoso color dorado y empiezan el trabajo artesanal para elaborar las escobetas.

Desgraciadamente la producción zacatonera tuvo una baja considerable a partir de la fabricación de escobillas de fibras sintéticas o metálicas, pero aún se sigue produciendo y exportando, aunque con un volumen mucho menor.

El zacatón no sólo se usa para hacer escobetas, sino también escobas o cepillos de mano, excelentes para su uso en cocinas y limpieza de superficies calientes, ya que soporta altas temperaturas, a diferencia del plástico.

Incluso, en algunos ranchos y pueblos mexicanos, las mujeres usaban las escobetas para desenredar el cabello. Mi mamá me cuenta que mi abuela las peinaba con cepillos de esta misma fibra, pues eran más eficaces que los peines cuando tenían el pelo muy enredado. Supongo que también en este aspecto la llegada de otros materiales minimizó la fabricación de estos cepillos para la rama de la estética.

No me cabe duda de que la naturaleza es sabia; gracias al contacto que he tenido con los habitantes de pueblos del interior de mi país, he aprendido a observar y a disfrutar de la naturaleza como ellos me han enseñado, además de que empiezo a echar mano de objetos tradicionales en la vida cotidiana.

Cuántas veces vamos al campo, vemos los bellos paisajes verdes y floridos y sólo pensamos en su hermosura; ahora puedo decirte que reflexiono no sólo en su encanto, sino en los diferentes usos que por siglos se le ha dado sabiamente a todo lo que contemplamos.

Desde aquí hago votos por que valoremos lo que la madre naturaleza nos da y que estos productos tradicionales no se extingan. Todos tienen su razón de ser.

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