Chalupas poblanas La Chiquita
En el 1896, la bisabuela y la abuela de Lupita Lozano, propietaria del restaurante La Chiquita, de Puebla, comenzaron en el paseo de san Francisco, al cobijo de un árbol, preparando unas apetitosas chalupas cuyo aroma atraía a los clientes.
Ambas se colocaban en el piso ante su comal y empezaban a tortear la base de las chalupitas, a las que agregaban carne de cerdo y salsa verde o roja. Las servían en una mesa de madera que adquirieron después.
Con la fama de sus sencillos manjares, la mesa se convirtió en quiosco y luego en caseta hasta llegar al restaurante que tienen ahora sus descendientes, donde aún sigue ese árbol que atestiguó el arranque del negocio, así como la esencia tradicional de sus platillos.
Al probarlas, estas chalupas creadas por la bisabuela de Lupita, me fascinaron, tanto, que no me pude ir de Puebla sin volver a disfrutarlas. Sigo teniendo su sabor vivo en mi recuerdo.
Insisto, lo que se hace con corazón, esperanza e imaginación siempre tiende a perdurar.
Aquí la prueba está en que ha pasado más de un centenar de años y se siguen sintiendo la ilusión y el cariño de todas las generaciones que han ofrecido estas deliciosas chalupas poblanas.
No dejes de visitar este restaurante tradicional en tu próxima visita a Puebla. Está en
¡Están para comerse con todos los sentidos!